sábado, 5 de mayo de 2012

El Primer Niño


Pasó mucho tiempo para que Javier pueda recuperarse, no a su cien por ciento, pero si lo suficiente para poder caminar junto a nosotros. Hace mucho tiempo, en esos tiempos donde aún vivía con mi familia y toda la historia de este Guardián estaban muy lejos de mí. Una desesperada familia llena de deudas, compromisos y sin ningún trabajo con que sustentar su convivencia, decidió dejar a su pequeño hijo con un monje no muy conocido en el vecindario, pero este les había prometido que su hijo tendría de todo: un hogar, un estudio, un trabajo, una mejor vida de la que sus padres le podrían dar. Este niño era Javier…
     Javier fue el primero niño en aparecer en la lista de niños secuestrados y explotados de este guardián. Sus padres lo dejaron, no porque ellos quisieras, ellos lo querían y querían lo mejor para él, lo que no esperaban era que este monje no era más que una mentira y que solo jugaba con la desesperación de estos padres.
     Este niño fue tratado como rey el primer mes. En ese tiempo el Guardián si formaba parte de una iglesia y tenía que dar el ejemplo a los ciudadanos, y claro sin perder la oportunidad de que los padres le tengan respeto y confianza. Los padres de Javier iban todo hasta el mínimo minuto que el día les daba, cada vez su economía iba de mal en peor. Javier se sentía mal cada vez que sus padres iban a buscarlos, porque siempre que ellos iban algo les había pasado.
     En el rato libre que Javier tenía, mayormente los sábados y domingo, donde el Guardián iba a la iglesia a colaborar en las misas, él recorría la casa de extremo a extremo, una curiosidad, que como en todo niño es normal. Se dio cuenta que uno de los escalones de la escalera trasera estaba flojo, lo palpito con algunos golpes y se escuchaba un gran eco resonando dentro. Se había quedado algo dudoso con el porqué de esto, trato de bajar y subir las escaleras corriendo. Fue en una baja donde creyó tropezar con sus pasadores y en el centro fueron dos escalones que se alzaron dejando a la vista una escalera oculta.
     Sin dudarlo dos vez, Javier se levanto y bajo por la nueva escalera. Ahora se encontraba en un pequeño cuarto, le pareció repugnante ver todo lo que había, este Guardián no solo experimentaba con humanos sino también con animales, encontraba partes tanto de personas como animales en frascos. Trató de ignorar todo eso y avanzo hacía el escritorio, en uno de los cajones encontró un álbum de fotos. Una de las tantas fotos que había le llamo la atención, una foto en blanco y negro muy antigua, en la cual solo aparecía un monje y su monaguillo saludando a la cámara y detrás de ellos una gran iglesia. Este niño tenía cierta similitud al guardián pero al ver lo que estaba escrito detrás de esta, Javier se sorprendió mucho y aun más cuando el sonido exagerado de la puerta le puso los pelos de punto. Rápidamente tomó la foto y se la guardo, trató de dejar todo tal y como estaba y salió a abrir la puerta.
     Fue otra la sorpresa al ver quien era la persona que tocaba. Debajo de las estrellas en el pórtico de la puerta esta tendida con grandes goles y sangrando la madre de Javier, este fue rápido en tratar de auxiliarla, pero ella se negó lo miro fijamente y dijo: “Hijo mío, escúchame por favor, tienes que huir de aquí rápido antes que vuelva – sus lágrimas se esparcían por todo su rostro, su desesperación de vez en cuando hacía que ella olvide tomar aire, Javier estaba helado sin saber qué hacer y que había pasado – Tu padre falleció, él lo asesinó se cansó de nosotros, pude huir en uno de sus descuidos para poder advertirte” Le comenzaron a brotar las lagrimas a Javier, el sufrimiento de su madre y su preocupación le habían chocado. Luego de un largo silencio, teniendo a su madre en los brazos agonizando y con problemas al respirar, Javier trató de decir algo pero fue muy tarde, se demoró.
     La persona de la que su madre hablaba había llegado. Javier vio que su mamá estaba sangrando aun más. Una gran puñalada por la espalda acababa de recibir, una persona tras de ella, quién vestía un hábito y ocultaba su rostro en la sombra, había clavado un gran cuchillo en la espalda de ella, este cuchillo chocó con sus pulmones y su vida se apagó sin poder lograr su cometido y sin poder escuchar las últimas palabras que su pequeño hijo le iba a decir.

     Javier nos enseñó, a Mary y a mí, la foto que tenía guardada desde hace mucho tiempo, los dos nos sorprendimos al ver lo que decía al reverso de la foto pero ya teníamos algo y ya sabíamos algo más. Ese era el sitio donde teníamos que ir, ahí fueron los comienzos del Guardián y es ahí donde por fin acabaremos con él.
     Detrás de la foto estaba escrito: “Iglesia de Santo Domingo – Cusco. 1696. Mi Padre y yo”


(Esta historia es ficción, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia)

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