Pasó mucho
tiempo para que Javier pueda recuperarse, no a su cien por ciento, pero si lo
suficiente para poder caminar junto a nosotros. Hace mucho tiempo, en esos
tiempos donde aún vivía con mi familia y toda la historia de este Guardián
estaban muy lejos de mí. Una desesperada familia llena de deudas, compromisos y
sin ningún trabajo con que sustentar su convivencia, decidió dejar a su pequeño
hijo con un monje no muy conocido en el vecindario, pero este les había
prometido que su hijo tendría de todo: un hogar, un estudio, un trabajo, una
mejor vida de la que sus padres le podrían dar. Este niño era Javier…
Javier fue el primero niño en aparecer en
la lista de niños secuestrados y explotados de este guardián. Sus padres lo
dejaron, no porque ellos quisieras, ellos lo querían y querían lo mejor para
él, lo que no esperaban era que este monje no era más que una mentira y que
solo jugaba con la desesperación de estos padres.
Este niño fue tratado como rey el primer
mes. En ese tiempo el Guardián si formaba parte de una iglesia y tenía que dar
el ejemplo a los ciudadanos, y claro sin perder la oportunidad de que los
padres le tengan respeto y confianza. Los padres de Javier iban todo hasta el
mínimo minuto que el día les daba, cada vez su economía iba de mal en peor.
Javier se sentía mal cada vez que sus padres iban a buscarlos, porque siempre
que ellos iban algo les había pasado.
En el rato libre que Javier tenía,
mayormente los sábados y domingo, donde el Guardián iba a la iglesia a
colaborar en las misas, él recorría la casa de extremo a extremo, una
curiosidad, que como en todo niño es normal. Se dio cuenta que uno de los
escalones de la escalera trasera estaba flojo, lo palpito con algunos golpes y
se escuchaba un gran eco resonando dentro. Se había quedado algo dudoso con el
porqué de esto, trato de bajar y subir las escaleras corriendo. Fue en una baja
donde creyó tropezar con sus pasadores y en el centro fueron dos escalones que
se alzaron dejando a la vista una escalera oculta.
Sin dudarlo dos vez, Javier se levanto y
bajo por la nueva escalera. Ahora se encontraba en un pequeño cuarto, le
pareció repugnante ver todo lo que había, este Guardián no solo experimentaba
con humanos sino también con animales, encontraba partes tanto de personas como
animales en frascos. Trató de ignorar todo eso y avanzo hacía el escritorio, en
uno de los cajones encontró un álbum de fotos. Una de las tantas fotos que
había le llamo la atención, una foto en blanco y negro muy antigua, en la cual
solo aparecía un monje y su monaguillo saludando a la cámara y detrás de ellos
una gran iglesia. Este niño tenía cierta similitud al guardián pero al ver lo
que estaba escrito detrás de esta, Javier se sorprendió mucho y aun más cuando
el sonido exagerado de la puerta le puso los pelos de punto. Rápidamente tomó
la foto y se la guardo, trató de dejar todo tal y como estaba y salió a abrir
la puerta.
Fue otra la sorpresa al ver quien era la
persona que tocaba. Debajo de las estrellas en el pórtico de la puerta esta
tendida con grandes goles y sangrando la madre de Javier, este fue rápido en
tratar de auxiliarla, pero ella se negó lo miro fijamente y dijo: “Hijo mío,
escúchame por favor, tienes que huir de aquí rápido antes que vuelva – sus lágrimas
se esparcían por todo su rostro, su desesperación de vez en cuando hacía que
ella olvide tomar aire, Javier estaba helado sin saber qué hacer y que había
pasado – Tu padre falleció, él lo asesinó se cansó de nosotros, pude huir en
uno de sus descuidos para poder advertirte” Le comenzaron a brotar las lagrimas
a Javier, el sufrimiento de su madre y su preocupación le habían chocado. Luego
de un largo silencio, teniendo a su madre en los brazos agonizando y con
problemas al respirar, Javier trató de decir algo pero fue muy tarde, se
demoró.
La persona de la que su madre hablaba
había llegado. Javier vio que su mamá estaba sangrando aun más. Una gran
puñalada por la espalda acababa de recibir, una persona tras de ella, quién
vestía un hábito y ocultaba su rostro en la sombra, había clavado un gran
cuchillo en la espalda de ella, este cuchillo chocó con sus pulmones y su vida
se apagó sin poder lograr su cometido y sin poder escuchar las últimas palabras
que su pequeño hijo le iba a decir.
Javier nos enseñó, a Mary y a mí, la foto
que tenía guardada desde hace mucho tiempo, los dos nos sorprendimos al ver lo
que decía al reverso de la foto pero ya teníamos algo y ya sabíamos algo más.
Ese era el sitio donde teníamos que ir, ahí fueron los comienzos del Guardián y
es ahí donde por fin acabaremos con él.
Detrás de la foto estaba escrito: “Iglesia
de Santo Domingo – Cusco. 1696. Mi Padre y yo”
(Esta historia
es ficción, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia)
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