Ya estábamos,
al fin, en Cuzco. Nos habíamos alojado en la casa de una joven pareja, muy humilde,
quienes vivían junto a su pequeña hija, una bebe de aproximadamente 5 meses de
nacida. Después de haberme desmayado fue el único lugar que mis amigos pudieron
encontrar para que pueda descansar y volver a sentirme bien.
Estaba echado en una pequeña cama,
cubierto de muchas frazadas, hacía mucho frio en este departamento a diferencia
de donde solía vivir. Mary y Javier se encontraban descansando al pie de la
cama, pareciera que ni por un solo instante me quisieran dejar solo “que
grandes amigos tengo”, mientras que Sergio se encontraba, durmiendo, tendido en
un mueble a un extremo de la habitación. Aun no se habían apaciguado las aguas
en nuestra relación.
No quería interrumpirles el sueño a mis
dos grandes amigos, quienes tanto se preocupaban por mí, pero fue tan alarmante
mi impresión al percatarme que estaba desatado de brazos y pies, mi cuerpo
estaba libre para que el Guardián haga de las suyas y pueda matar a todos los
presentes. Ahora entendía por qué Mary y Javier estaban tan cerca de mí y por
qué Sergio se había alejado “pequeño miedoso”.
En el preciso instante que me percaté de
estar libre, mi cuerpo hizo un movimiento involuntario, el cual despertó a
Javier. Él, con una gran habilidad de despertar con el más leve movimiento,
despertó y tomó el cuchillo que tenía al costado suyo. Javier me apunto con el
cuchillo directo al pecho y preguntó “¿Eres tú?” asentí e hice un gesto que
generalmente hacía poco para que él pueda estar seguro de quién realmente era
“Disculpa, pero tengo que tomar precauciones…” Mary, quién ya se había
despertado, se rió de la última palabra dicha por mi amigo, ya que ella solía
ser la más precavida de todo el grupo. Entendía perfectamente las razones de
Javier, ya que al fin y al cavo sus vidas estaban en peligro junto a mí.
A la mañana siguiente, agradecimos la
hospitalidad de la joven pareja y salimos a buscar la iglesia. Para nuestra
suerte la pareja conocía muy bien donde quedaba esta iglesia. Nos dieron un
pequeño mapa para no perdernos, aunque ellos habían comentaron que iba a ser en
vano el mapa, ya que desde lejos se notaba perfectamente esta iglesia. Eran
otras seis horas de viaje, caminando, ya que nuestro presupuesto se había
acabado y no podíamos recibir dinero ajeno por muy cortés que fuese.
El
viaje duro mucho más de lo que habíamos calculado, estábamos cansados a Mary
pareció chocarle el cambio de clima, ya que tenía síntomas de malestares,
mientras que su amado, Javier, la apoyaba dándole su hombro para poder
apoyarse. Como nunca, Sergio estuvo todo el viaje cerca de mí y era raro que
este callado y que no se esté quejando del cansancio y del aburrimiento.
Y finalmente era verdad, la joven pareja
no nos mentira. Aunque nos encontrábamos lejos, con solo alzar la vista
podíamos ver lo que ellos nos habían dicho. Todos apreciamos la gran torre,
formada por una base carente de todo adorno que sostiene un campanario vestido
de columnas corintias retorcidas.
(Esta historia
es ficción, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia)
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